viernes, 14 de marzo de 2014

¿Y quien metió el tercer gol?

¿Y quien metió el tercer gol?


Fue un partido ríspido y algo violento, pero lo ganábamos con facilidad.  Tuvimos control del medio campo y siempre tuve suficiente espacio para distribuir el balón a mi gusto.

Fue uno de esos partidos donde marque los tiempos y la velocidad del juego, donde la inteligencia jugó más que la técnica y donde el que corre es el balón, no yo.

Ganábamos por dos goles, pero tenía la imprescindible necesidad de deslumbrar a quienes habían ido a apoyarnos, no me iban a recordar si no creaba un poco de magia con el balón, tenía que hacer algo verdaderamente espectacular, algo memorable.

Cerca del final, por fin tome el balón fuera del área, pensé en la tribuna que me veía, mientras acomodaba el cuerpo y ...

Supongo que es importante aclarar la razón de mi obsesivo esmero por asombrar a los aficionados.

La verdadera historia, tiene su inicio algunos meses atrás, en los primeros días de mi vida universitaria y comienza con la más hermosa estudiante de tercer semestre. Maravillosa como el hada de las flores.

Al momento de verla por primera vez, quede fascinado (aún tiene la costumbre de dejarme sin palabras), por supuesto, no fui el único en verla. Digamos que Miguel la vio al igual que yo.

Cuando por fin me aventuré a saludarla y platicar con ella, coincidimos (saliendo de clases, mientras esperábamos un taxi) con Miguel quien también la saludó. Claro que él la saludó desde su coche, en el cual, amablemente nos dio un aventón.

El aventón fue mucho más grande para mi (y no solo porque vivía más lejos), pues ella (llamémosla Soledad), dedicó su interés en Miguel y no en mi.

Pero la fortuna, tanto en la vida como en el fútbol siempre gusta de patear el balón.

Miguel tuvo la genial idea de invitar a Soledad a ver el partido, aunque él no jugaba.

Así que de pronto tenía en mis pies la gran oportunidad de devolver el aventón, podía llamar la atención de Soledad, ahora era yo quien la iba a dejar sin palabras o aun mejor, dedicando palabras de admiración por mi. Estaba en mi terreno.

Tenía dominado el juego, voltee repetidas veces a la grada tratando de descubrir si Soledad era capaz de admirar el espectáculo futbolístico que estaba desplegando.

Cerca del final, por fin tome el balón fuera del área, pensé en la tribuna que me veía, mientras acomodaba el cuerpo y dispare.

Gooooool...

Que final para mi gran exhibición, el portero no pudo ni moverse, el balón entró pegado al poste izquierdo, cruzando toda el área, girando sobre su propio eje como si mi disparo, fuera capaz de crear el dia y la noche. Lo había conseguido, el tercer gol, magia pura salida de mi pierna derecha. Estaba seguro, Soledad iba a admirarme.

La tribuna gritó, mis compañeros celebraron, yo levanté el brazo y de reojo la vi festejar.

El partido se comento durante un par de días por todos los salones y claro mi gol fue un pequeño suceso.

Pero al tercer día, Miguel me fue a felicitar, me explicó que hasta esa mañana finalmente supo quien habia metido el último gol.

Yo me sorprendí, pues lo había visto festejarlo con Soledad.

Entonces me confesó, que no vio el tercer gol, porque justo en ese momento estaba un poquito distraído (creo que me dijo “un poquito acaramelado”) con Soledad.

Ella no lo vio, por lo que curiosa, le pidió que preguntara a sus compañeros:

-¿Y quien metió el tercer gol?

No hay comentarios: